Nazca & Machu Picchu

Por dónde empezar? No he actualizado oel blog desde que llegamos a Lima por primera vez y hemos vivido tantas cosas, que a pesar de que no ha pasado mucho tiempo de reloj, son tantas las impresiones y experiencias, que Cronos se queda atrás…

Entramos a Perú con un trencito desde Arica hasta Tacna. Allí tomamos el primer avión después de la partida de Suecia y llegamos a Lima, donde nos esperaba un –para mí- nuevo amigo, Jaime Campodónico. Jaime ha trabajado la mayor parte de su vida como editor y sus relatos y anécdotas son increíbles. Nos recibió en su casa de Jesús María, a lado del más conocido barrio Miraflores y establecimos una amistad de por vida con él y con su compañera Patricia Saravia. Paty es una dulcícima cantante y además, una bellísima persona con la cual compartimos un mini-viaje a Nazca. Jaime, Paty, nacho y yo, fuimos a visitar a una amigo de Jaime que es productor de pecanas y pisco en Ica. Juan Carlos nos hizo una visita guiada por sus dependencias y nos regaló pecanas de su producción. Por supuesto le compramos unas botellitas de su exquisto pisco. Se los recomiendo!

El segundo día en Lima almorzamos en el restaurante Don Fernando, uno de nuestros absolutos favoritos en Lima. En Insta publicamos el menú y los precios; si visitas Lima, no te lo pierdas. Nosotros llevábamos una larga lista que componía nuestra ruta gastronómica, pero estando con oriundos de Lima, toda lista se modifica, así es que nuestras recomendaciones para el curioso culinario son: Don Fernando, El Villano (en Miraflores) y algún buen Chifa (como se le dice a la comida china en Perú). Los platos imperdibles son la leche de tigre, distintos tipos de ceviche (los hay de diferentes pescados y con o sin mariscos, todos exquisitos), el arróz con mariscos (en el norte no te podés perder el que tiene conchas negras), el tacu-tacu, la carne de alpaca (que no tiene colesterol y es tierna como la mejor entraña), las papas a la huancaina y todo tipo de pescados. Los peruanos son muy aficionados al pollo a las brasas y lo comen con papas fritas y salsitas que los acompañan. Una bebida sin alcohol que tampoco te podés perder el la chicha morada; es un jugo hecho de maíz morado hervido con canela y clavo de olor que se mezcla con azúcar y un poco de limón y es refrescante y muy rico. También se toma mucha limonada con las comidas, si no preferís una cerveza bien fría (la Cuzqueña es la mejor, pero la Pilsen de Callao es muy popular también).

Para ver en Lima hay una infinidad de museos, lugares históricosy playas, pero nosotros, como bien lo dijo Jorge en Neuquén, estamos visitando gente y no tanto lugares turísticos. Por supuesto recorrimos varios lugares, como La Plaza de Armas, el museo del oro, Larcomar, algún que otro mall buscando mis dichosos zapatos de trekking, que tanta falta me hicieron en Machu Picchu y que después de recorrer tiendas de deporte desde Bariloche hasta Lima por fin ya tengo. Las cosas más importantes que hicimos en Perú fueron estar mucho con Jaime, comer en lugares al que él y Paty nos llevaron, hacer el viaje a Ica y Nazca juntos y por supuesto Machu Picchu.

El viaje a Macchu fue alucinante. En Lima planificamos todos los tramos a traves de internet. Empezamos por viajar a Nazca en el auto de Jaime con Paty. Salimos de casa el viernes pasado a las 6.30 a buscar a Paty. El viaje hasta Ica tomó unas 4 hs y en el camino paramos a desayunar pan con chicharrones, café y jugo de papaya en un lugar legendario. Llegamos a la hacienda de Juan Carlos, aprendimos mucísimo sobre el cultivo de pecanas y la producción de pisco y seguimos camono a Nazcam donde nos alojamos en el hotel más lindo que he visto en mi vida. Y eso no es poco decir, ya que he estado en MUUUUCHOS hoteles. No solo por las dependencias, sino por el maravilloos sevivicio, la comida y su historia. En este hotel vivió 25 años de su vida la alemana Maria Reich, que dedicó 40 años al estudio de las líneas y geoglifos de Nazca. La tarde que llegamos, participamos de una charla informativa que nos dió un astrónomo en el pequeño planetario del hotel. Ahí vimos uan luna espectacular a través de su telescopio y pudimos fotografiarla. Después, en el planetario, nos explicaron diferentes teorías sobre las líneas y geoglifos y su conección con los astros. Fascinante!

Al otro día, Nacho y yo, salimos sin desayunar a las 7.30 a ver la maravilla desde una avioneta mientras Jaime y Paty disfrutaban del desayuno y la piscina del hotel. Teníamos previsto llegar de vuelta a las 9.00 a desayunar juntos, pero como estamos en Latinoamérica y no todo sale según los planes, volvimos a las 10 de la mañana y el personal había guardado un mini-buffet para nosotros, así es que desayunamos y nos despedimos de los amigos, que se volvían a Lima. Pasamos todo el día en la piscina en el hotel (pagando por un ”late check-out hasta las 18.00 hs) para hacer tiempo hasta el horario de partida de nuestro bus a Cusco. Viajamos toda la noche y llegamos a destino a las 12.00 am del otro día.

En Cusco estuvimos medio día y una noche. Yo, apunada hasta la coronilla! Para los que no saben lo que es el apunamiento, les cuento que es el efecto que tiene la falta de oxígeno en el cuerpo. Al parecer, cada uno reacciona a su manera. Yo me sentía como si tuvuera 130 años, cada paso en subida era como trepar 100 escalones. Otros sufren de dolor de cabeza, taquicardia y hasta vómitos. Recomiendan tomar unas píldoras antes de viajar, las Sirococho-pills (que a mí no me hicieron absolutamente nada), beber mucho ”mate de coca” y chupar caramelos de coca o de limón. Yo seguí rigurosamente todos los consejos, pero lo único que pude hacer mi primer día en el Cusco, fue suburme a un bus de turista, de esos de dos pisos, para que me pasee sin tener que hacer el menor esfuerzo.  De ese paseo, sólo puedo decir: lamentable experiencia. No te permitían subir y vajar a voluntad, sino que te mostraban algunos lugares históricos desde el exterior; después te llevan a un ”ritual chamánico de la Pachamanca” que no es más que una manera de tratar de venderte choclo con queso fresco (que es riquísimo), después de ”la ceremonia”; ésta última, la hace un señor vestido con ropas típicas que se para en el centro de un semicírculo formado por los turistas; te explica que él es un chamán verdadero y reparte una hojas de coca que cada uno tiene que mantener en sus manos. Dice unas frases en quechua y después bromea en castellano, mientra te explica que las hojas de coca van a absorver todo tipo de energía negatriva de nus manos y que después hay que quemarlas. Mientras tanto, otra persona trae paja encendida que deposita en un caldero. Cuando el señor termina de hablar se saca el gorro, recolecta las hojas de coca y se lo vuelve a poner. Nada se quema. Para finalizar la ceremonia, explica que a él nadie le paga por hacer estas ceremonias y que depende de la propina que le querramos dar para comer. Por supuesto, todos le damos lo que podemos.

El ”tour” sigue a una tienda de alpaca, donde nos van a explicar cómo se produce este fino producto y cómo saber diferenciarlo de productos sintéticos. La charla duró unos 5 minutos y después habían 5 personas dispuestas a mostrarnos todo lo que había en la tienda y responder a eventuales consultas. Eso es lo que recuerdo de mi primer estadía en el Cuzco. Y el interminable malestar.

Para el viaje a Machu, habíamos contratado los servicios de Inca Rail, o sea que la mañana siguiente nos dirijimos a una oficina de dicha empresa donde esperamos cómodamente en una sala de espera muy bien equipada, mientras tomábamos nuestro té de coca y muña (que a Nacho le encantó así que se compró una bolsa a la vuelta de Machu) y cargábamos nuestros teléfonos y I-pad. Allí nos vino a buscar una camioneta para 11 personas que nos llevó hasta el tren que nos transportaría desde Ollantaytambo hasta Aguas Calientes, también conocida como Ciudad de Machu Picchu. El viaje en tren, que dura unos 90 minutos, es HERMOSO. Allí conocimos a una familia mexicana, Amanda y su hijo Jorge, con los que nos fuimos charlando todo el camino y con los cuales intercambiamos datos para vernos cuando lleguemos a México DF.

Llegando a Aguas Calientes fuimos directamente al hostal que habíamos reservado, muy simple (y barato) pero cómodo y limpio, dejamos el equipaje y salimos a comprar el pasasaje de bus hasta Machu para el día siguiente. Nuestras entradas ya estaban compradas y teníamos que estar en la puerta de Machu a las 6 AM del día siguiente.

Esa noche cenamos en un restaurante muy bueno, Mapacho, que queda al borde del caudaloso río Urubamba y donde por fin pudimos probar la famosa alpaca y un rissotto de quinoa especacular!

Para entrar a Machu Picchu hay diferentes opciones; la cuidadela, o ”llaqta” (que es lo más conocido) se puede visitar sola. También se puede ir a la montaña Waynapicchu, pero hay que reservar la entrada con bastante tiempo de antelación. Nosotros no conseguimos entrado, por lo tanto compramos una entrada combinada a la llaqta y a la montaña de Machu Picchu, que es un tramos habilitado hace muy poco tiempo. Nosotros compramos eso sin saber bien en lo que nos metíamos! Al entrar, seguimos las flechas que indicaban hacia ”la puerta del sol”. Este es un tramo de más o menos un kilómetro en subida y cuando estábamos llegando, un guía que pasó a nuestro lado me miró, me apuntó con el dedo y me dijo: ”sos la primera en llegar a La puerta del sol hoy”. Yo lo miré extranada y le respondí: – ”no, ya hemos visto a varios grupos que bajaron de allí” a lo que él acotó ”no, esos grupos son míos y venimos de otro lado, tú eres la primera en llegar a La puerta del sol hoy. Ya vas a ver que no hay nadie allí”. Pensé que estaba equivocado, pero mi instinto de competición hizo que apretara el paso y cuando llegué, comprobé que lo que me había dicho era verdad!!! No cabía en mi cuerpo de orgullo de haber sido la primera en ver ese maravilloso lugar de los incas el 19 de marzo del 2019!!

¡Llegamos con la lengua afuera de sed, esfuerzo,  y sudor! Estuvimos ahí unos 20 minutos, contemplando la maravilla, y tuvimos que salir casi corriendo para llegar al segundo punto de control de acceso a la montaña de Machu Picchu antes de las 8.00 AM, cuando cerraban el paso. 

Llegamos en punto y fuimos los últimos en ingresar. Si hubiésemos sabido lo que nos esperaba, no se si lo hubiésemos hecho… La escalada, una subida sobre piedras totalmente irregulares, y en sus peores tramos en 30 grados de ángulo, fue MORTAL!. Estuvimos más de dos horas haciendo ese trayecto, encontrándonos con gente de todo el mundo que suspiraba, paraba, bebía agua, descansaba y rebuznaba por no saber cuánto faltaba para llegar a la cima. Y cada vez que se lo preguntábamos a alguien que venía bajando, nos decían: ”-les quedarán uno 15 minutos…”. Este episodio se repitió tres veces, así que la última vez que nos dijeron ”15 minutos” respondimos que eso no era creíble, que ya nos habían dicho lo mismo tres veces.

Pero, finalmente, llegamos!! Nos sentíamos como escaladores de Mount Everest! Y fue maravilloso.

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